Año 2012. Géiser del Tatio, Atacama, Chile.
Día 3.
Pugnar en el avance.
Seguir todavía.
Más lejos, más alto.
Sin frío, sin hambre.
El pulso guía.
Continuar aún, falta.
Rompe el día al llegar.
Lo más alto, lo más lejos.
Se acabó la distancia.
Estamos, no hay más allá.
El entorno se confunde.
Lo otro nos envuelve.
Respirar sulfuroso.
Atisbo cavernario.
Erupciones.
Surge la sospecha,
inevitable.
Tal vez solo allí
nos es dado ver,
y el resto, nuestro todo,
sea apenas
una niebla
de certezas.
Ya hace más de un mes que ando paseando por paisajes desnudos entre flamencos, valles de luna y muerte. Y ahora el vapor y las palabras que lo dicen es el que más me gusta de la serie.
ResponderEliminarMuy bonito. Un blog estupendo.
ResponderEliminarAntonio, muchas gracias por el comentario. Compartir las imágenes y sus indelebles impresiones da algún sentido a esto de transitar los territorios de nuestro tiempo.
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