lunes, 30 de julio de 2012

Cachi, Salta, Argentina


Año 1998. Cachi, Salta, Argentina.

Cuando rige la plenitud del desamparo
y la belleza es una difusa alusión.
Cuando el sueño es el del ebrio
y el canto el de un ave aturdida.
Cuando todo lo sólido salta por el aire
y se quiebra en hilarante maquillaje.
Cuando no queda nada por contar.
Cuando sólo se escucha la caída.
Es entonces que el más nimio soporte
se transforma en ancla salvadora:
La mano, inmensa fuerza para contener.
El aliento, vida más allá de un espejo empañado.
La mirada, herramienta que une voluntades.
Y así, por ladrillo, se levanta una pared.

jueves, 26 de julio de 2012

Chichicastenango, Guatemala



Año 1998. Chichicastenango, Guatemala.

Maestría en su arte como única pertenencia.
Justeza de punto y color como rutina bendita.
Cada paño ostenta verdad, faena de sabiduría.
Cuántos matarían por un gramo de tu simpleza.
Ojos negros que miran desde el último hadal,
donde ya no es posible caer más.
Entrañas de nuestro suelo, allí, en magro cuerpo.
Pies descalzos, corteza de intemperie.
Pide poco porque conoce lo suficiente.

martes, 24 de julio de 2012

Santorini, Grecia




























Año 1995. Santorini, Grecia.
Desde el ferry, cimas nevadas en medio de la aridez.
Al acercarse, el blanco transmuta en barrios suspendidos,
casas y casas encaramadas a laderas imposibles,
moradas de resplandor argentino y ventanas de gloria,
terrazas abismales para asomarse al mar del tiempo.
Arribamos custodiados por un cielo de azul ortodoxo y
un sol rotundo de los que no admiten segundas opiniones.
Encontramos una pensión de ensueño, rodeada de horizonte.
La isla parecía abandonada, solitarias cúpulas celestes
en calles con aroma a sal, custodiaban playas de lúgubre arena.
Deambulamos solos por escaleras y pasajes de cornisa.
A cada paso, un hechizo de efluvio mediterráneo nos invadía,
íbamos internándonos dentro de un mutante calidoscopio en ralentí.
Invisibles cenizas, restos sin cuerpo de barcas, marinos y doncellas
se arremolinaban a nuestro alrededor, danzaban en trance,
empujándonos, hasta que al fin caímos al otro lado de la postal.


viernes, 20 de julio de 2012

Mercedes, Corrientes, Argentina



Año 2007. Mercedes, Corrientes, Argentina.

Campo mesopotámico, días de agua gris.
Horizonte menguado en la estrechez.
Celda soldada en la vastedad de la planicie.
Heredad de fango, ilusiones anegadas.
Atávica penuria, estigma de privación.
¿A qué coto pertenece tu mirada?

martes, 17 de julio de 2012

Pisa, Italia



Año 1995. Pisa, Italia.

Conseguimos la pensión más barata de la guía.
Primera y primordial alegría administrativa.
Nos adentramos en un dudoso edificio de silencio añejo.
Escaleras de mármol sin barrer. Polvo en suspensión.
Abrimos una puerta crujiente. Nos recibe, oscura, la humedad.
Se adivina una cama de hierro con abundante colchón y manta desbordada.
La luz de la tarde se filtra entre las rajas de una gruesa celosía metálica.
Firme, tarda en ceder a nuestros empellones, para regalarnos un balcón,
y detrás, más allá de la calle, se asoma un torre, torcida.
Meca de contingentes guiados por la magia de paraguas coloridos.
Amanece el día de nuestra propia procesión al ladeado campanario.
Sin embargo, un súbito estado gripal nos asalta.
Diagnosticándome como el menos dañado de la pareja,
y tras un ceñudo análisis de las alternativas factibles,
me lanzo raudo a por tantas naranjas como logre conseguir.
Trance de fe en nuestra señora de la benemérita vitamina C.
Callejuelas y pasajes extravían mi búsqueda del mercado salvador.
El ímpetu de cruzado me lleva a desafiar cualquier parámetro de orientación.
Huérfano de cítricos, perdido y bañado en sudor, me detengo desalentado.
Más allá de la esquina, observo haces de luz propios de un espacio abierto.
Al llegar, el Arno se presenta en esplendorosa curva de hálito toscano.
Súbito olvido de todo síntoma ante el arrebato de composición arquitectónica.
Traspongo el puente para toparme con una pizarra convaleciente que en letras de tiza anuncia:
arance mature.

lunes, 16 de julio de 2012

Valle Hermoso, Mendoza, Argentina



Año 2010. Valle Hermoso, Mendoza, Argentina.

Danza de piedras y sombras.
Tonalidades mutantes.
Paleta de ocres aromáticos.
Brisa de manantial.
Agua de canto arabesco.
Escasos minutos, la tarde se escapa.
Al medio, equilibrio de luz.
Mientras sea testigo nada pasará.
Luego, absoluta, cae la noche.

jueves, 12 de julio de 2012

Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina


Año 2010. Mar del Plata, Buenos Aires, Argentina.

Bicho peludo de bostezos remilgados.
Volumétrica masa en profundo sosiego.
Abre un ojo, lo cierra. Al rato, tuerce un ápice la cabeza.
El puerto, un mero tablado para su melena.
De pronto, en un rapto, se yergue ufano, casi diciendo:
“Sí, señores, un regio mamífero pinnípedo de la familia de los otáridos”
Éxtasis fotográfico, embeleso de turista.
Satisfecho con su rugido de diva contrariada,
retoma su gorgoreo ahogado de vaporosa mudez,
mantra introductorio de otra siesta zen.

martes, 10 de julio de 2012

Caraz, Perú



Año 1998. Caraz, Perú.

Bulla de gente pululante. Griterío de niños. Calor.
Entramos al bar, con paso y maneras cautas.
Miramos en derredor, entre el color y el sonido.
Se nota la curiosidad de los parroquianos.
Unos nos miran de reojo, otros en directo.
Luego se miran entre sí, inmutables. Insondables.
Debería ser incómodo, intimidante. Pero no.
El entorno resulta demasiado festivo para temer.
La grey destila vitalidad, chispa muda de dejo alegre.
No hay recelo, no hay sospecha, no hay alarma.
Saboreamos entonces la impunidad de no ser nadie.
El regusto de ser quien se quiera, de inventarse.
Podríamos acodarnos torvos contra la barra.
Podríamos salir mansos y desvanecernos.
Podríamos contrastarnos, podríamos mimetizarnos.
Fresca consciencia de una verdad silenciada,
la baraja viaja siempre con uno y nunca es tarde para repartir. 

martes, 3 de julio de 2012

Londres, Inglaterra



Año 1995. Londres, Inglaterra.

Llegó otro extranjero a fascinarse con las luces,
a llenarse los ojos de la genuina civilización,
a convencerse del apabullante triunfo del comercio.
Todos tan polite, todo tan british.
Esas puertas de chalets parejas durante cuadras,
esos museos descomunales, esos parques minuciosos,
esos policías tan mononos, esas cabinas tan rojas.
Como diría Sarmiento: “Soberbio, aquí todos hablan inglés”.
Vista, oído y tacto mediatizados por un decorado mental:
esto es lindo, esto es bueno, esto es verdadero.
Cómo diferenciar belleza de vergüenza, bondad de bonanza, esencia de escena.
Sin dudas, la mejor operación en pos de la estética
radica en extirparse los escrúpulos.

domingo, 1 de julio de 2012

Ruta 34, Santiago del Estero, Argentina



Año 2009. Ruta 34, Santiago del Estero, Argentina.

Nada ni nadie, sólo árida distancia.
Árboles canijos en la lánguida estepa.
Línea de asfalto, tajo de yermo destierro.
Confín de soledad, sofocante.
Avanzar y preguntarse:
¿Qué mano soltó todas estas bolsas?
¿Cómo llegaron las botellas hasta aquí?
Meditaciones burguesas, hastío de capital.
A la vera, un puesto. Nos detenemos.
Una anciana a la sombra de un techo de ramas.
Compramos cactus cultivados en potes de cartón.
Nos ilustra, precisa, sobre cómo cuidarlos.
Tras despedirnos, en firme desamparo, nos observa alejarnos
con seca ternura por sus plantas que se marchan.