Año 1995. Núremberg, Alemania.
Agradecer sin tapujos ni sombras
el desinterés en el acto de dar.
Recepción con abrazos y calor familiar.
Gente viva nos convidó su presente,
tapizado de brillos y sonrisas.
Nos mostró su potente realidad,
repleta de plazos y voluntades.
Viéndolos costaba imaginar
cómo lograron ocultar la oscuridad,
en dónde guardaron los llantos nocturnos,
qué hicieron con el horizonte mutilado.
Ya nadie recuerda los escombros.
Cincuenta años antes, en un solo día,
nueve de cada diez edificios, simplemente,
dejaron de existir.
Me encantó el paralelismo de las fotos.
ResponderEliminarCuando se visita Alemania no se puede no pensar en la guerra, la reconstrucción impresiona pero la historia igual esta ahí, late.
Sol