Año 1995. París, Francia.
Sintonía de bar entre viajeros de paso.
Fraternidad cosmopolita botella de por medio.
Idiomas discordes facilitan la comunicación.
El avance de la noche afila las percepciones.
Baja la cortina y el escenario se muda a la calle.
Cofradía bullanguera, mezcolanza vociferante.
En el andar, arremete el cariño y brota la carcajada.
Los pulmones quedan chicos para respirarlo todo.
Es el cuerpo, autárquico, quien puja por bailar:
se ensaya un pas
de chat sobre la cebra peatonal,
se entona, a voz en cuello, el himno nacional.
Y en el gramo de consciencia remanente,
el alma saborea por un rato, ser un crápula de París.
Muy bueno el ensamble foto y texto.
ResponderEliminarSintonía entre el ritmo chispiante del relato con los colores fuera de foco que bailan como el viajero.