domingo, 2 de septiembre de 2012

Pompeya, Italia


Año 1995. Pompeya, Italia.

Un día la noche se impuso y la luz fue ceniza.
De pronto, toda rencilla quedó olvidada,
fue superflua la propiedad y caduca la jefatura.
Asfixiante hecatombe de puño atronador.
Persecución voraz, sin tregua, distinción ni ley.
Señorío infernal en un gobierno del desmadre.
Comenzó un viaje hermanado hacia las tinieblas.
Paciente espera bajo la tierra, horas o milenios.
Y otro día,  volvió la luz con su agasajo de aire.
Cobró sentido el martirio soportado:
perdurar como testimonio del haber florecido,
ser viva evidencia de un pueblo de esplendores.
Y aunque más no sea en una procesión de espectros,
escuchar otra vez esa tenue melodía de las risas del ayer.

1 comentario:

  1. Me gusto mucho, mucho. Vibrante, el relato te hace estar allí, corriendo entre la cenizas.
    Y ese coloso que no soporta nada de la foto completa la escena. Y el final, nos auna desde la vida.

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