Año 1993. La Carolina, San Luis, Argentina.
El desafío de contar los pasos del camino.
Ejercicio estático de cuerpo entero.
Completar un inventario cromático de cielos.
Recordar todos los soles y dibujar sus nubes.
Catalogar los aromas según su linaje histórico.
Recrear las maquetas del júbilo y la amargura.
Ser cada uno de los días vividos, fulgor y tiniebla.
Extrañarse ante el espejo de hoy, solo apto
para devolver una forma de esta dimensión.
Avizorar con ansias el pasado: oráculo invicto.
Marchar firme durante años hasta percibir
el inmenso círculo recorrido.
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