Año 2001. Málaga, España.
Música rasgada sobre un banco solitario.
Ante la indiferencia ciudadana, nos quedamos.
Sentados enfrente, un poco alejados,
con las piernas estiradas, dejamos pasar los minutos,
sin apuro, escuchando temas desconocidos.
La parsimonia de quien no tiene donde ir.
Cuerdas despreocupadas para oyentes reposados.
Pasó gente, nadie se detuvo.
Al rato, sí se detuvo el intérprete y la música cesó.
Levantó la vista y nos vio. Vimos que nos vio y aplaudimos.
Inclinó la cabeza en lenta señal de agradecimiento.
Se incorporó, nos incorporamos, y cada quien emprendió
su camino.
Muy linda foto!... me gusta como quedo todo en una misma gama de color...
ResponderEliminarMisterios de amarillo, dados tal vez por lo tórrido de la noche.
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