Año 2008. Tandil, Buenos Aires, Argentina.
El burro acecha.
Terco. Aguarda. Paciente.
Creemos poder manejarlo. Creemos tenerlo controlado.
Nos ilusionamos en la idea de confinarlo. Domado y maniatado.
En un punto, nos desentendemos de él. Lo olvidamos.
Pero siempre cargamos con nuestro burro. Somos su alimento, su
sustancia.
Y ante el espejo, si miramos bien, allí sigue. Acechando, el burro.
Foto buenísima y el burro con cara de aquí me quedo siempre al lado tuyo, completa el texto. Esta vez un toque de humor para no decir burradas.
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