martes, 3 de julio de 2012

Londres, Inglaterra



Año 1995. Londres, Inglaterra.

Llegó otro extranjero a fascinarse con las luces,
a llenarse los ojos de la genuina civilización,
a convencerse del apabullante triunfo del comercio.
Todos tan polite, todo tan british.
Esas puertas de chalets parejas durante cuadras,
esos museos descomunales, esos parques minuciosos,
esos policías tan mononos, esas cabinas tan rojas.
Como diría Sarmiento: “Soberbio, aquí todos hablan inglés”.
Vista, oído y tacto mediatizados por un decorado mental:
esto es lindo, esto es bueno, esto es verdadero.
Cómo diferenciar belleza de vergüenza, bondad de bonanza, esencia de escena.
Sin dudas, la mejor operación en pos de la estética
radica en extirparse los escrúpulos.

1 comentario:

  1. El decorado se va desmoronando y lo que se deslumbra es espeluznante.

    Soberbio relato, la barbarie se trae lo suyo!
    Sol.

    ResponderEliminar